sábado, 22 de agosto de 2009

Sesión 1: Sesión Introductoria

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PROGRAMA PRIMER SEMESTRE

SESION INTRODUCTORIA
AGOSTO DE 2009

I. ANTECEDENTES
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En Secundaria, cada grupo contaba con un profesor asignado quien impartía la materia de FORMACIÓN IGNACIANA. En Bachillerato, la materia cambia de nombre a ORIENTACIÓN EDUCATIVA, y serán 2 horas a la semana, la modalidad será de SEMINARIO, de tal manera que el grupo se dividirá en dos para lograr un mayor aprovechamiento en clase, manejo de grupos y eficacia de contenidos.
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NOTA: Nadie puede cambiarse del grupo al que está asignado.
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II. OBJETIVO
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De la asignatura: Reconocer la riqueza que posee el alumno como ser humano, y a través de experiencias de interioridad y autoconocimiento, la capacidad de potenciar sus recursos; así como distinguirá las características generales de su contexto socio-cultural que inciden en su desarrollo. Del semestre: Reconocer los diferentes elementos que conforman al alumno como ser humano para expresar una concepción de sí mismo.
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III. METODO
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El método de SEMINARIO supone una intensa actividad por parte del estudiante y un acompañamiento cercano y personal de los profesores. La dinámica de SEMINARIO exige tres momentos:
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a. Una adecuada preparación de cada sesión. Los estudiantes tendrán antes de cada sesión una lectura, trabajo o tarea, que deberán ser preparados por el estudiante como condición para participar en el SEMINARIO.
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b. Participación durante el Seminario. El estudiante llegará con las lecturas, trabajos o presentaciones reflexionadas y expondrá su punto de vista, su experiencia y lo que le provoca la lectura, con calidad y profundidad.
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c. Acompañamiento del profesor. El profesor al término de cada sesión, hará una “cierre” del tema reflexionado, aportando distintos puntos de vista y orientando la reflexión según los valores que el Instituto Oriente propone para los estudiantes en colegios jesuitas.
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IV. CONTENIDO DEL SEMINARIO
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El contenido de la materia de Orientación Educativa en Bachillerato estará englobado en torno a tres ejes fundamentales:
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- CUARTO DE BACHILLERATO: ANTROPOLÓGÍCO
- QUINTO DE BAHILLERATO: SOCIAL-CRISTOLÓGICO
- SEXTO DE BACHILLERTO: ECLESIOLÓGICO
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Durante las 24 sesiones del taller en este semestre, abordaremos distintas problemáticas que responderán al bloque Antropológico.
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V. EVALUACION
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De acuerdo al Reglamento General del Bachillerato del Instituto Oriente (RGBIO), en su página 23, Anexo I, de Formación Ignaciana, “Esta coordinación tiene sus propios reglamentos derivados de este reglamento […] Los alumnos que no cumplan con las actividades establecidas en la forma indicada por el Centro de Formación Ignaciana, serán sancionados…”, así como también en su página 12, inciso 5, sobre “Otros requisitos de acreditación de la materia”.
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Los criterios para evaluar el seminario son los siguientes:
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ASISTENCIA. La asistencia es OBLIGATORIA a todas las sesiones del seminario, sólo se permitirá tres inasistencias al semestre.
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PREPARACION DE CADA SESION. El profesor asignará lecturas, tareas, presentaciones o trabajos para las sesiones. Las tareas tendrán un valor máximo del 30% de la calificación parcial.
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· NOTA: El plagio de un trabajo es DESHONESTIDAD INTELECTUAL, es considerado como falta grave que se sanciona con SUSPENSIÓN de clase y NOTIFICACIÓN a los padres de familia. Además de perder el 30% asignado a tareas o trabajos.
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EXAMEN. El estudiante realizará tres exámenes de acuerdo a los periodos de exámenes indicados en el calendario. Cada examen englobará los aspectos vistos durante las sesiones y tendrá un valor del 50%.
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APRECIACION DEL PROFESOR. El profesor dará según su criterio un 20% a los estudiantes cuya calidad en las participaciones lo amerite. EL ALUMNO CON MÁS DE 3 INASISTENCIAS NO TIENE DERECHO A ESTE PORCENTAJE. El justificante sólo podrá ser presentado la semana posterior a la inasistencia.
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El promedio de la PREPARACIÓN DE CADA SESIÓN, EXÁMEN Y APRECIACIÓN DEL PROFESOR darán la nota final. Las tres evaluaciones parciales corresponden al 60% de la calificación semestral y el 40% restante será evaluado por medio de un trabajo semestral.
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· SANCIONES. De no cubrir los requisitos del SEMINARIO, el alumno no acreditará la materia (el mínimo aprobatorio es 5.6), deberá pagar y presentar su examen extraordinario que engloba el total de lo visto en el semestre.
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EXPERIENCIA RURAL Y RETIROS. La aprobación de la Experiencia Rural y la asistencia a su Retiro, son criterios independientes de acreditación de la materia: “Orientación Educativa”. Sin embargo, quien no apruebe su Experiencia Rural o no asista a su Retiro por cualquier circunstancia, estará reprobado en esta materia y por consecuencia deberá pagar su examen extraordinario, aprobándolo con el cumplimiento de los requisitos que dicha coordinación asigne. (RGBIO, página 12, inciso 5)
VI. PLAN DE SESIONES
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SESION No. 1 y 2
17 AL 21 DE AGOSTO
INTRODUCCION AL SEMINARIO
UNIDAD I. ¿QUIÉN SOY YO?
1.1 Mi historia de vida (mi Familia, mi comunidad, mi país y mi planeta)

SESIÓN No. 3 y 4
24 AL 28 DE AGOSTO
1.1 Mi historia de vida (mi Familia, mi comunidad, mi país y mi planeta)

SESIÓN No. 5 y 6
31 DE AGOSTO AL 04 DE SEPTIEMBRE
1.2 Mis recursos personales (¿qué sé?, ¿qué se hacer?, cómo y con quien me relaciono?, cómo soy?)

SESIÓN No. 7 y 8
07 AL 11 DE SEPTIEMBRE
1.2 Mis recursos personales (¿qué sé?, ¿qué se hacer?, cómo y con quien me relaciono?, cómo soy?)

SESIÓN No. 9 y 10
14 AL 18 SEPTIEMBRE
UNIDAD II. ENTONCES… ¿QUIÉN ES EL HOMBRE?
2.1 Origen del Hombre (¿de dónde viene el hombre?)
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21 AL 25 SEPTIEMBRE
PRIMERA EVALUACIÓN

SESIÓN No. 11 y 12
28 DE SEPTIEMBRE AL 02 DE OCTUBRE
2.2 La estructura de que hace humanos al hombre y a la mujer.
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SESION No. 13 y 14
05 AL 09 OCTUBRE
2.2 La estructura de que hace humanos al hombre y a la mujer.
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SESION No. 15 y 16
12 AL 16 DE OCTUBRE
2.3 La importancia de los demás en la constitución de mi persona.
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19 AL 23 DE OCTUBRE
SEGUNDA EVALUACIÓN
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SESION No. 17 y 18
26 AL 30 DE OCTUBRE
UNIDAD III. EL HOMBRE INTEGRALMENTE FORMADO
3.1 Los dinamismos integradores de la persona. (creatividad, criticidad y libertad)
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SESION No. 19 y 20
02 AL 06 DE NOVIEMBRE
3.1 Los dinamismos integradores de la persona. (afectividad, apertura a lo trascendente y solidaridad)

SESION No. 21 y 22
09 AL 13 DE NOVIEMBRE UNIDAD
IV. MIS POSIBILIDADES SÍNTESIS DEL SEMESTRE

SESION No. 23 y 24
16 AL 20 DE NOVIEMBRE
SÍNTESIS DEL SEMESTRE
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19 al 25 de noviembre
TERCERA EVALUACIÓN
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30 DE NOVIEMBRE AL 04 DE DICIEMBRE
EXAMENES FINALES
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¡ANIMO, CONTAMOS CON TU ENTUSIASMO E INTERES, PARA QUE ESTA EXPERIENCIA SEA LO MAS PROVECHOSA HUMANA Y ESPIRITUALMENTE PARA TI!
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CFI

Sesión 2: Mi Autobiografía

Mi Autobiografía
Conocerme a través de mi historia.

Doblar una hoja tamaño carta, hasta que nos queden 32 cuadritos. En cada uno de los cuadritos vamos a recuperar nuestra historia. Lo haremos recogiendo los momentos más importantes de nuestra de vida, para ello puede ayudarte el siguiente cuestionario.
Este cuestionario es una guía, nada más, y no sé trata de que en cada cuadrito contestes todas las preguntas, pueden ser una o dos o tu puedes tener otras cosas, éste no agota las vivencias de cada quien, pero sería importante que lo tomaras en cuenta.
¿Qué poner?
· Relaciones: con los papás, con los hermanos, con otras personas...
· Salud: ¿Cuáles han sido mis enfermedades principales? Procesos de sanación de ellas.
· Mi cuerpo: ¿Cómo ha sido? ¿Qué conciencia he tendido de él?
· Idea de Dios: ¿Cómo ha evolucionado mi idea de Dios en cada etapa de mi vida: juez, castigador, amigo, Padre amoroso...?
· Idea del pecado: ¿Qué ha sido “pecado” para mi en las distintas etapas de mi vida?
· Sentimientos de culpa: Frente a mi mismo, frente a mis padres, frente a Dios.
· Sentimientos globales que recuerdo en cada etapa de mi vida: contento, triste... ¿Cómo ha sido en cada etapa mi estado de ánimo?
· Idea del mundo: ¿Cómo concibo al mundo y cómo me concibo en él? ¿Esta idea del mundo ha cambiado?¿Por qué?
· Vida Afectiva: Relaciones de amor y odio.
· Sexualidad: ¿Cómo ha sido en cada etapa de mi vida? ¿precocidad? ¿ingenuidad? ¿temor? ¿libertad? ¿Cómo he vivido mi genitalidad?
· Momentos Alegres.
· Momentos dolorosos.
· Momentos tristes.
· ¿Cómo suelo responder en momentos de tristeza, coraje, o alegría a los demás, a la misma vida?
Al terminar el trabajo anterior. En otra hoja contestar las siguientes preguntas basándote en el trabajo anterior.
· ¿Qué cosas nuevas aprendí de mí?
· ¿Qué constantes veo que siguen en mí?
· ¿Qué me llama más la atención?

Sesión 3: Lectura Powell S.J.

OENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

¿Por qué temo decirte quién soy?
John Powell, s.j.

Capítulo 2
Crecer como persona

A lo largo de estas páginas se hacen constantes referencias al “crecer como persona”, del mismo modo que se habla bastante de la necesidad de auto-comunicación y de encuentro interpersonal como medios para dicho crecimiento. Resulta fascinante, a la vez que difícil, tratar de describir lo que este “crecimiento” implica. Es imposible citar un solo ejemplo de persona plenamente “crecida”, porque cada uno de nosotros tiene que llegar a ser su propia persona, no llegar a ser “como” cualquier otra.

¿Qué clase de persona intentamos llegar a ser? A esta persona (la que intentemos llegar a ser) la denomina Carls Rogers “la persona que funciona plenamente” (Psychotherapy: Theory, Research and Practice, 1963); y la verdad es que, dado que el hacerse persona es un proceso dinámico que lleva toda una vida, el crecimiento tendrá que ser definido fundamentalmente en términos de funciones. Por su parte, Abraham Maslow, el célebre psicólogo de la Brandeis University, llama a esta persona “la persona que se auto-realiza” y “la persona plenamente humana”.

Interioridad y exterioridad
La persona plenamente humana mantiene un equilibrio entre “interioridad” y “exterioridad”. Tanto el introvertido extremo como el extrovertido extremo están des-equilibrados. El introvertido está interesado casi exclusivamente en sí mismo; él es el centro de gravedad de su propio universo; y, debido a la preocupación que siente por sí mismo, es ajeno al vasto mundo que le rodea. Por su parte, el extrovertido extremo se prodiga hacia fuera, pasando de una distracción externa a otra; su vida no es en absoluto reflexiva y consiguientemente, apenas tiene profundidad. Como dijo Sócrates: “la vida sin reflexión no merece la pena ser vivida”.
La primera condición para el crecimiento es, pues, el equilibrio.
La “interioridad” implica que una persona se ha explorado y experimentado a sí misma. Esa persona es consciente de la vitalidad de sus sentidos y emociones, de su mente y de su voluntad, y no le producen extrañeza ni miedo las actividades de su cuerpo y de sus emociones. Sus sentidos le hacen experimentar tanto la belleza como el dolor, y no rechaza ninguna de las dos cosas. Es capaz de experimentar toda la gama de emociones, desde la aflicción hasta la ternura. Su mente es viva y perspicaz; su voluntad busca poseer cada vez más todo cuanto es bueno y, al mismo tiempo, saborea lo que ya posee. Esta persona se ha escuchado a sí misma y sabe que nadad de lo que ha oído es malo o aterrador.
La “interioridad” implica auto-aceptación. La deseada interioridad significa que esa persona “que funciona plenamente”, “que se auto-realiza” y que es “plenamente humana” no sólo es consciente de sus necesidades y actividades físicas, psicológicas y espirituales, sino que además las acepta como buenas. Se siente a gusto con su propio cuerpo, con sus emociones (tanto afectuosas como hostiles), con sus impulsos, pensamientos y deseos.
Y no sólo se siente a gusto con lo que ya ha experimentado en sí misma, sino que esta persona está abierta a nuevas sensaciones, a nuevas y más profundas reacciones emocionales y a distintos pensamientos y deseos. Acepta su condición cambiante, porque el crecimiento es cambio. Su destino último como ser humano, es decir, lo que será al final de su vida, es algo deliciosamente desconocido. No hay ninguna pauta de crecimiento humano que pueda ser pre-estructurada para todos. No ambiciona llegar a ser como cualquier otra persona, porque ella es ella misma; y su yo potencial, que se realiza a diario a base de nuevas experiencias, posiblemente no sea susceptible de ser definido en ninguna fase de su crecimiento.
Esta persona se acepta tal como es. Sabe que lo que ella es, en la medida en que lo conoce, es bueno; y sabe que su yo es aún mayor en potencia. Pero es realista acerca de sus propias limitaciones, y por eso no pierde el tiempo en soñar en lo que querría ser ni emplea el resto de su vida en tratar de convencerse de que lo es. Ha escuchado y escudriñado en su interior y ha amado lo que realmente es. Y cada nuevo día, esta experiencia de sí será tan nueva como el propio día, porque dicha persona no deja de cambiar y por eso es siempre una nueva persona, revelada en una personalidad constantemente cambiante y renovada. Confía en sus propias dotes y recursos y en su capacidad para adaptarse y hacer frente a todos los desafíos que la vida le presente.
Esta clase de auto-aceptación capacita a la persona para vivir plena y confiadamente con todo cuanto ocurre en su interior, y no teme a nada que sea o pueda ser parte de sí misma.
La “exterioridad”, en cambio, implica que la persona está abierta no sólo a sí misma y a su interior, sino a su entorno exterior. La persona plenamente humana está en profundo y significativo contacto con el mundo exterior a ella. No sólo se escucha a sí misma, sino que escucha también las voces de su mundo. La amplitud de su propia experiencia individual se ve infinitamente multiplicada gracias a una sensitiva empatía con otros. Sufre con los que sufren y se alegra con los que están alegres. Renace con cada primavera y siente el impacto de los grandes misterios de la vida: nacimiento, crecimiento, amor, sufrimiento, muerte… su corazón late al ritmo del de los jóvenes enamorados y comparte en cierto modo su júbilo. También conoce la filosofía de la desesperación del “ghetto” y la soledad de los que sufren sin remedio, y la campana nunca dobla sin que, de alguna extraña manera, doble también por él.
“Crea en mí, oh Dios, un corazón atento”, reza el salmista.
Lo contrario a esta apertura es una especie de actitud defensiva del que oye únicamente lo que quiere oír y ve exclusivamente lo que quiere ver, conforme a su manera de ser y a sus pre-juicios. La persona defensiva no puede crecer como es debido, porque su mundo no es mayor que ella misma, y su horizonte es un círculo cerrado.
La “exterioridad” tiene su máxima expresión en la capacidad de “dar amor libremente”. El Dr. Karl Stern, un psiquiatra profundamente intuitivo, ha afirmado que la evolución del crecimiento humano es una evolución que va, desde una necesidad absoluta de ser amado (infancia), hasta una plena disponibilidad de dar amor (madurez), pasando por todo tipo de fases intermedias. Decía el Dr. Stern: “En nuestro estado primario de unión (al comienzo de nuestro crecimiento como personas) somos egoístas (y no empleo este término, naturalmente en su habitual sentido moral). El yo infantil todavía es id (término freudiano para referirse a nuestros impulsos y ambiciones) y aún no se ha diferenciado del ego (que, en el sistema freudiano, es lo que adapta y armoniza los impulsos personales con la realidad); el id del yo infantil lo invade todo y no tiene verdadera conciencia de sus propios límites. Los actos de unión de la personalidad madura, en cambio, son desinteresados.
El ser plenamente humano es capaz de salir de sí y comprometerse con una causa, y de hacerlo libremente. Evidentemente, el ser plenamente humano debe ser libre. Hay entre nosotros muchos filántropos que entregan su tiempo o sus bienes de n modo entusiasta o compulsivo. Parece como si sintieran una especie de necesidad irresistible que no les dejara en paz, una especie de culpa y/o ansiedad que ---como si de una anilla en la nariz se tratara--- les arrastrara obsesivamente de una buena acción a otra. El ser plenamente humano sale de sí, hacia los demás y hacia el propio Dios, no por una especie de neurosis compulsivo-obsesiva, sino activa y libremente y porque así lo ha decidido.
El filósofo Martin Heidegger, hablando de la unión amorosa, señala dos obstáculso que pueden sofocar el crecimiento humano: la satisfacción complacida de quien se contenta con lo que ya hay y, en el otro extremo, la actividad desasosegada de quien va, de aturdimiento en aturdimiento, en busca de algo más. El resultado, dice Heidegger, es siempre el enajenamiento. En el amor debemos poseer y saborear lo que hay y, al mismo tiempo, aspirar a poseer (amar) más plenamente el bien. Este es el equilibrio conseguido por el ser plenamente humano entre “lo que hay” y “lo que está por llegar”.
En el amor, el ser plenamente humano no se identifica con lo que ama, como si se tratara de algo añadido a él. En su libro Etre et avoir, Gabriel Marcel se lamenta e que nuestra civilización nos enseña a apoderarnos de las cosas, cuando más bien debería iniciarnos en el arte de desprendernos de ellas, porque no hay libertad ni vida real sin un aprendizaje de la desposesión.
El equilibrio entre “interioridad” y “exterioridad” es lo que se entiende por “integración de la personalidad”. Contrariamente a muchas de las cosas que se han dado a entender acerca de ella, la naturaleza humana es fundamentalmente razonable. Carl Rogers insiste en estar seguro de esta conclusión, basada en veinticinco años de trabajo psicoterapéutico. El hombre no es una jungla de deseos e impulsos irracionales. Si así fuera, el hombre no desearía ser plenamente humano. Todos somos capaces de exagerar, y todos podemos volcarnos excesivamente hacia dentro o hacia fuera. Todos podemos hacernos esclavos de nuestros placeres sensoriales, sin pararnos a reflexionar sobre nuestra paz anímica o sobre nuestra necesidad social de amar y darnos a los demás. O podemos también exagerar en sentido contrario y dejarnos esclavizar por el “intelecto” y vivir únicamente del cuello hacia arriba.
Cuando el hombre vive plenamente con todas sus facultades y armoniza todas sus fuerzas, la naturaleza humana demuestra ser constructiva y digna de confianza. En otras palabras, y como observa Rogers, cuando el hombre funciona libremente, podemos fiarnos de sus reacciones, que serán positivas, progresivas, constructivas. Este es un gran acto de fe en la naturaleza humana que es muy poco frecuente entre nosotros: si un hombre está verdaderamente abierto a todo lo que él es y si funciona libre y plenamente con todas sus capacidades (sentidos, emociones, mente y voluntad), su comportamiento armonizará todos los datos de dichas capacidades y será equilibrado y realista. Ese hombre estará en el camino del crecimiento (que tal es el destino humano del hombre: no la perfección, sino el crecimiento).

Acción versus reacción

La persona plenamente humana es un Actor, no un Re-actor. Cuenta el columnista Sydney Harris que en cierta ocasión, acompañado a comprar el periódico a un amigo suyo, éste saludó con suma cortesía al dueño del quiosco, el cual, por su parte, le respondió con brusquedad y descortesía. El amigo de Harris mientras recogía el periódico que el otro había arrojado hacia él de mala manera, sonrió y le deseó al vendedor un buen fin de semana. Cuando los dos amigos reemprendían su paseo, el columnista preguntó:

--¿Te trata siempre con tanta descortesía?
-- Sí, por desgracia.
-- ¿Y tú siempre te muestras igual de amable?
-- Sí, así es.
-- ¿Y por qué eres tú tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
-- Porque no quiero que sea él quien decida cómo debo actuar yo.

Lo que intento sugerir es que la persona “plenamente humana” es la persona que consigue ser “ella misma”; que no se doblega ante cualquier viento que pueda soplar ni está a merced de la mezquindad, la vileza, la impaciencia y la ira de los demás; que no se deja transformar por el ambiente, sino que es ella la que influye en éste.
Por desgracia, la mayoría de nosotros nos sentimos como una embarcación a merced de los vientos y las olas. Cuando los vientos rugen y las olas se crespan, nos falta lastre y decimos cosas como: “Me pone enfermo…”; “ Me saca de mis casillas…” ; “Sus observaciones me hacen sentir terriblemente violento…”; “ Este tiempo me deprime increíblemente…”; “Este trabajo me aburre soberanamente…”; “Sólo con verle me pongo triste…”.
Obsérvese que todas estas cosas me afectan a mí a mis emociones. No tengo nada que decir acerca de mi enojo, de mi depresión, de mi tristeza, etc. Y, al igual que todo el mundo, me limito a culpar a otros, a las circunstancias ya la mala suerte. La persona plenamente humana, como dice Shakespeare en Julio Cesar, sabe que “La culpa, querido Bruto, no es de las estrellas, sino nuestra…” Podemos alzarnos por encima del polvo de la batalla cotidiana que a tantos de nosotros ciega y sofoca; y esto es precisamente lo que se espera de nosotros en nuestro proceso de crecer como personas.
No hay nada en todo lo dicho que sugiera que haya que reprimir las emociones o negar la plenitud de las mismas y de nuestros sentidos. Lo que sí se sugiere es, más bien, el equilibrio y la integración de las emociones. En la persona humana plenamente viva no puede darse el amortiguamiento de los sentidos y emociones ni la entrega incondicional a los mismos.
La persona plenamente viva escucha a sus sentidos y emociones y sintoniza con ellos; pero el entrega a ellos supondría abdicar del intelecto y de la capacidad de elegir, dos facultades que hacen a los seres superiores a los animales, aunque ligeramente inferiores a los ángeles. Volveremos en otro momento sobre esta reconciliación de los sentidos, las emociones, el intelecto y la voluntad.

Sesión 4: Diagrama del "YO"


INDICACIONES:

Califica en cada arista de 0 al 10 según te consideres.
Une los puntos.
Observa la figura geométrica y coméntala.

Sesión 5: PARA REFLEXIONAR X-MEN

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

SUGERENCIA DE PASOS PARA REFLEXIONAR X-MEN

NOTA: GUIA DE PROFESORES: DEBEN HACER INCAPIE ANTES DEL INICIÓ DE LA PELÍCULA EN ESTOS PUNTOS EN LOS QUE EL ALUMNO DEBERA PONER ESPECIAL ATENCIÓN.

Aunque toda película se queda corta ante los textos originales en que se basan, no nos fijaremos tanto en los detalles de su fidelidad a los comics. Lo importante en este momento es abrirnos a la experiencia de ver la película con el lente del autoconocimiento. Esto significa que intentaremos encontrar el mensaje que los personajes nos dan sobre su propio proceso de autoconocimiento. Todos han pasado por proceso diferentes y valdría la pena valorarlo. Para esto, hacemos algunas sugerencias, considerando que cada uno encontrará sus propios caminos y pistas.

Antes de apreciar la cinta, sugerimos tener presente los siguientes hilos conductores en la línea del autoconocimiento:
o Puede ayudar el dejarse maravillar por la gran riqueza en el potencial que hay en cada uno de los personajes! De hecho, podríamos aplicar la capacidad simbólica para interpretar el significado de cada don: súper capacidad regenerativa de Wolverine, la capacidad de Xavier para incidir en la voluntad de los otros, la mirada de Cíclope, el tacto de Rouge, la adopción de otras personalidades de Mística, etc. ¿Que dones distingo en mi persona y donde los he visto reflejados?
o Si en algún momento te llega a llamar la atención algún personaje en especial, te sientes identificado, o descubres que tiene algún mensaje para ti, síguele la pista y trata de descubrir cuál es la invitación que te está haciendo. ¿Cuál de los personajes me llama más la atención? ¿por qué? ¿de que modo me siento identificado con el?
o Los llamados “mutantes” se encuentran en un mundo donde no pueden desarrollar sus cualidades por miedo al rechazo de los que se dicen “gente normal”. ¿En que momento de mi vida he sentido que mi entorno me intimida para realmente ser quién soy? ¿cómo he reaccionado ante ello?
o Los mutantes se van conociendo poco a poco. Sus cualidades pueden causarles miedo a ellos mismos y a “los otros”; y sin embargo, el camino de integración se da al ir descubriendo que no son los únicos diferentes! ¿De que modo me acepto diferente a los demás? ¿he sentido alguna vez miedo a mi propia persona?
o Ninguno de ellos puede escapar de lo que es él mismo y sus capacidades. El no asumir sus dotes los lleva a vivir una vida que oscila entre el tratar de negarlos, marginarse de la sociedad, el sufrimiento, destruir y el ponerlos al servicio. ¿cómo pongo en práctica los dones que me ha dado la vida? ¿Los he desaprovechado o bien utilizado?
o Todos los mutantes han sufrido algún acontecimiento en su vida que los ha marcado y/o condicionado a actuar de determinada manera… Sin embargo, tienen que optar por un bando, vivir resentidos o sanar su herida. ¿Ha habido algún suceso en mi vida que me haya llevado a ser diferente?
o Ellos tienen el privilegio de contar con una escuela que habría de ayudarlos a manejar sus dones, ¿qué tan posible es encontrar una “escuela” que nos ayude a manejar nuestra personalidad? ¿Considero que me siento preparado para ser confrontado en mi persona y así poder crecer? ¿Cómo te sientes al respecto?


Sesión 6: La Hominización

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE


La aparición del hombre: la hominización

A pesar de que los animales tienen una capacidad maravillosa para sobrevivir en su medio ambiente, sus posibilidades siguen siendo muy limitadas. No tienen la capacidad de inventar respuestas novedosas utilizando su realidad y la realidad del medio en el que viven. Por más creativos que pudieran ser, nunca serán capaces de romper el cerco de su propio comportamiento común con los individuos de su misma especie. Sólo es vida “estimúlica”, sólo percibe estímulos o signos de respuesta, determinados con lo que limitada, pero eficazmente, puede ir respondiendo a los requerimientos de la vida, por eso se le considera “pegado” a su medio.

¿Qué pasa entonces cuando el hombre aparece? Hay unos ciertos datos que nos permiten, cuando menos, tener elementos para comparar los rasgos fundamentales del sentir antes y después de la aparición del hombre. Estos nos permitirán comprender las diferencias entre animal y el hombre y nos podrá ayudar para ofrecer una hipótesis filosófica de aquello que determina específicamente al ser humano.

Morfológicamente (en cuanto a la forma), podemos señalar que hubo una expansión de la masa cerebral y aparece una nueva membrana que, recubriendo el cerebro, permite al hombre especializarse en sus intercambios con el exterior. Todo estos cambios físicos nos hace posible intentar explicar cuál fue la nueva función que provocó la aparición de esta especie sobre la tierra y nos permite elaborar una hipótesis filosófica de la esencia de este nuevo ser.

Se trata justamente del proceso de hominización, esta nueva realidad que esta compuesta de elementos físico-químicos y los procesos sentientes. La vida también le será esencial, y el hombre tendrá que nutrirse del medio y defenderse de él, pero hay algo totalmente diferente, y esto es el proceso de hiperformalización, que se explica a continuación.

Al proceso por el cual el animal va enfrentando su medio con sus acciones, se le llama “formalización”, que es “dar forma” de alguna manera a los estímulos desordenados y múltiples que los receptores animales perciben. El animal no va a responder a todos los estímulos que percibe, sino solo a aquellos que poseen mayor significación para el problema fundamental de su vida. Y este proceso por el que los estímulos se toman mayor importancia es lo que se llama formalización. Este proceso se disuelve en varias operaciones, con el fin de dar respuesta al estímulo. Si el estímulo nunca fuera para el animal un signo de respuesta, simplemente se moriría. Puesto que lo es, entonces puede reaccionar y, así, aprender, memorizar, programar, objetivar, sentir.

Pues bien, la aparición de la nueva especie animal, la humana, implica la ruptura de este modo de sentir; el hombre siente de forma diferente.

El hombre es un momento más de la creación. La misma materia, por evolución, es la que misteriosamente da algo que no tenía. El ser humano también es fruto de la evolución.
El hombre sigue sintiendo con el mismo esquema básico de toda la vida animal. Por más facultades y posibilidades que tenga sobre los otros seres de los cuales evolucionó, sigue perteneciendo al mismo reino: el animal.

Para Zubiri hay una disolución de los programas heredados, pues en el mismo hecho de sentir animal se presenta un nuevo modo de sentir. La unidad estructural del estímulo se rompe; la fuerza con la que se impone el estímulo como signo de respuesta, se desvanece; y entonces aparece “la realidad”. ¿Qué significa esto? Que la forma como el estímulo se le presenta al hombre ya no es como signo que le obligue a una respuesta sino como “realidad”; es decir, como algo que es real, que tiene estructura y un significado, por ello el hombre puede detenerse ahí, antes de responder. El hombre siente, pero ya no estímulos, sino realidad, estímulos reales. Por eso es un animal que no está “pegado” al medio, sino “suelto-de”, libre.

El cambio que propicia la Evolución consiste, no sólo en la descomposición del instinto, sino en la forma de aprehender los estímulos. Al sentir la realidad, este nuevo ser se ve obligado a pensar, a ponderar todas las posibles respuestas, a elegir la mejor respecto a él mismo. Ahora tiene la realidad y con ella tendrá que descubrir qué es aquello que más le puede ayudar a realizarse. Su camino no está marcado, sino por la realidad. Este proceso es el que se llama la “hiperformalización”. El animal humano formaliza, pero en “hiper”; es decir, más allá de la forma como lo hace el animal anterior que lo originó. El hombre se conciencia (se distingue a si mismo) como realidad y programa desde las estructuras profundas de la realidad.

A manera de cierre…

Tal “sentir humano” o “sentir de realidad” es lo que constituye y define su “inteligencia”. inteligir es “estar en la realidad”. En el hombre, sentir es inteligir y viceversa. El hombre siente realidad o intelige la realidad sintiendo. Así sentir es realizar la operación fundamental que nos permite “estar en la realidad”.

Por tanto: “El ser humano es un animal de realidad”

La característica del ser humano es entonces la inteligencia como la capacidad de estar en la realidad y la esencia del hombre está en saber estar en la realidad, consiste en hacerse cargo de ella y de sí mismo; y su realización estará en vivir de cara a lo real.

Sesión 7: Notas de la Realidad

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

LA REALIDAD HUMANA

La primera afirmación que debemos tener presente es la siguiente: EL HOMBRE NO ES UNA REALIDAD HECHA. Esto implica que el “hacerse cargo de la realidad –las cosas reales-” es la tarea más importante del hombre. En otras palabras, ningún hombre ni mujer es una realidad terminada o hecha de manera definitiva. Todos vivimos en un continuo ir haciéndonos humanos. De tal manera que, para entendernos mejor, de ahora en adelante llamaremos “hombre” a la realidad humana que se encuentra en el proceso de realizarse como persona y, por otro lado, llamaremos “ser humano” a la aspiración que tenemos de llegar a potenciar todas nuestras capacidades, el estado de plenitud, de realización plena.

Para lograr nuestra realización como seres humanos, es necesario “estar en la realidad”. Así las cosas, es importante entender la manera en que la realidad se nos impone. La realidad son las cosas reales. Y las cosas reales, como tales, tienen sus propias características, que en adelante llamaremos “notas”, poniendo así el énfasis en todo aquello que, de alguna manera, se hace presente a los sentidos, que se manifiesta. Dichas notas, siempre serán “notas de”. Esto significa que cada nota está en relación con otras notas. Es decir, si nos encontramos con una persona de alta estatura, cada parte de su cuerpo estará en proporción a cada una de las partes de su cuerpo.

LAS CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA REALIDAD HUMANA SON:

• La vida - La vida es lo más básico del ser humano. Estamos constituidos de los elementos físico-químicos mediante los cuales apareció la vida, pero, a diferencia de las otras realidades vivientes, se trata de una realidad que “siente” y ejerce funciones que hasta entonces no habían aparecido sobre el mundo.
• La animalidad: El hombre no es sólo viviente; sino que está “animado”. Es decir, que al momento de enfrentar las cosas reales, responde por medio de estímulos al ambiente que le rodea con cierta inmediatez, sin evaluar lo que le está afectando.
• La inteligencia- A diferencia de los animales, es la forma como el estímulo se presenta, pero ya no como signo que le obligue a una respuesta. Este nuevo ser es capaz de “sentir realidad” –las cosas como reales por sí mismas, con sus propias notas-. Ahora el hombre puede detenerse a evaluar la otra realidad antes de responder y descubrir lo que está viviendo.

LA REALIDAD TIENE NOTAS CONSTITUTIVAS Y ADVENTICIAS:

Las notas constitutivas son aquéllas sin las cuales el “ser” o las “cosas” no podrían ser; son la estrucutra física primaria, lo escencial e indispensable. Es decir, que estas notas se conforman de tal modo, que nos llevan a “determinar” dicha cosa como lo que es. Por ejemplo, el respaldo y el asiento son notas constitutivas de una silla; pues si alguna de éstas falta, no puede ser silla.



Las notas adventicias, por otro lado; son aquéllas que están relacionadas con los factores extrínsecos; éstas son las cualidades del “ser” o las “cosas”. Las cualidades, dones, defectos o características personales (color de piel, peso, estudioso, buen deportista…) entran en la categoría de las notas adventicias. Cuando discriminamos a alguien o lo juzgamos siempre lo hacemos porque confundimos las notas constitutivas con las notas adventicias. Es decir, por características extrínsecas al ser, pues los seres humanos; son humanos independientemente de sus notas adventicias. Las notas adventicias, sin embargo, son posibilitadoras de los seres humanos y pueden hacer una existencia más plena.


LA SUSTANTIVIDAD HUMANA O UNIDAD DE SUSTANTIVIDAD.

Todas las notas que conforman al hombre, constitutivas y adventicias, conforman la unidad inseparable. Esto implica que no podemos prescindir de alguna de ellas, así como tampoco podemos separarlas. A dicha unidad, le llamaremos en adelante “UNIDAD DE SUSTANTIVIDAD”, señalando así la unidad inseparable de las notas del hombre para que sea tal. Esto se refiere a todas las notas necesarias para que definir al hombre como realidad humana. Se trata de un sistema total y completo.
El hombre, sin olvidar que es un sistema total e inseparable, vamos a separarlo únicamente para poder facilitar su estudio, no porque pueda existir con dicha separación. Así, tendremos presentes dos subsistemas en el hombre: cuerpo y psiqué.

EL CUERPO

Es un sistema de notas físico-químicas. Este sistema tiene una posición funcional precisa... Es decir, el cuerpo es organismo (está organizado), cada nota tiene una posición y una función en la totalidad del cuerpo. Tiene funcionamiento y estructura. Así como cada instrumento tiene una función y un lugar preciso para mejor funcionamiento en una Orquesta sinfónica, nuestro cuerpo es una organización perfecta.

El Cuerpo además es principio de solidaridad (configuradora). Esto quiere decir que las notas no son sólo unas “de” otras, sino que forman una verdadera compaginación., cada parte está conectada en orden a las demás. Cada parte, ayuda, colabora, es parte de un todo.

El cuerpo es soma- (somático) fundamento de presencia física. Las notas organizadas y solidarias constituyen la función somática del cuerpo: esto quiere decir; el que se haga presente ante los sentidos en la realidad, da la posibilidad de que la existencia se haga presente en el universo como una cosa real; por -que el cuerpo es algo, puede ocupar un lugar en el espacio.

SER PSICO-ORGÁNICO

La actividad humana es unitariamente psico-orgánica en todos sus actos, porque la actividad tiene siempre carácter de sistema. Todo lo orgánico es psíquico y todo lo psíquico es orgánico porque todo lo psíquico transcurre orgánicamente y todo lo orgánico transcurre psíquicamente.

Sesión 8: Rúbricas Trabajo Semestral

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

RÚBRICAS TRABAJO SEMESTRAL

El trabajo o proyecto semestral tiene un valor del 40% sobre la calificación del primer periodo, el 60% restante, corresponde a las tres evaluaciones que se tuvieron en los meses anteriores (3 periodos con valor del 20% cada uno).

El trabajo semestral se realizará individualmente y consistirá en la entrega de un trabajo de investigación y reflexión sobre su EXPERIENCIA RURAL.

Rúbricas de evaluación:
1. Describe de forma detallada y completa la realidad de las zonas a donde fuiste en tu experiencia rural incluyendo: situación económica, política, cultural y social actual e histórica señalando:
  • Cuál es la realidad del campo describiendo las Notas Adventicias y las Notas Constitutivas (lugar y personas).
  • De un caso concreto de una persona con la que hayas platicado y relacionando con los conceptos vistos en clase: ¿Qué te impactó más de su historia de vida (proceso de humanización)? y ¿por qué?
  • ¿Cómo explicas a través de esta experiencia que el hombre es un ser de posibilidades?

Te pedimos sigas los siguientes pasos antes de realizar tu trabajo:
a) Redactar cada día tu diario de acontecimientos mientras te encuentres en la experiencia rural respondiendo a las preguntas: ¿Qué ví?, ¿Qué sentí? y ¿Qué pensé?
b) Preguntar a manera de plática informal (no entrevista) a la gente de la comunidad algunas dudas que te surjan sobre los puntos señalados anteriormente.

Especificaciones:

a) ½ cuartilla de introducción (Valor 5%).

b) 2 cuartillas para desarrollo (Valor 15%).

c) De ½ a 1 cuartilla de conclusión. ¿Qué concluyo acerca de lo que ví, sentí, pensé y reflexioné a través de mi experiencia rural y mi elaboración del trabajo semestral? ¿qué aprendo de esta experiencia? ¿qué descubro de mí y de los demás (compañeros, acompañantes y gente de la comunidad)? (Valor 15%)

Evidencia Escrita (Valor 5%).
Se calificara :
a) Redacción.
b) Ortografía.
c) Formato:
• Especificaciones: letra arial 12, espacio sencillo.
Hojas recicladas o en todo caso de no tener, imprimirlas por ambas caras.
• Párrafos alineados y justificados.


Entrega del Trabajo Semestral :

  • Grupos A, B y C (quienes acudieron a la experiencia del 3 al 6 de noviembre) entregar en la semana del 15 al 19 de noviembre (primera clase de O.E. I. de la semana) a su profesor.

  • Grupos D, E y F (quienes acudieron a su esperiencia laboral del 17 al 20 de noviembre) entregar en la semana del 29 de noviembre al 3 de diciembre (primera clase de O.E.I de la semana) a su profesor.

    ¡ÁNIMO Y MUCHO ÉXITO!

Sesión 9: El Hombre en Búsqueda de Sí en su Entorno









ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

EL HOMBRE EN BUSQUEDA DE SÍ EN SU ENTORNO

INTRODUCCIÓN

El hombre a lo largo de la historia ha buscado dar respuesta a muy diversas interrogantes que se ha planteado, y una de éstas es la búsqueda de quién es él en conjunto con su especie y la diferencia con las demás especies del planeta.

Primero se dijo y se ha sostenido hasta ahora por algunos filósofos, que el hombre era un animal, de ahí surgió otra interrogante que era ¿qué clase de animal es el hombre?. Con el paso de los siglos la filosofía argumentó que el hombre es “homo sapiens”, es decir, que piensa y razona, y que a partir de esto se construyeron varias teorías filosóficas, por ejemplo, el filósofo moderno Descartes dijo “pienso y luego existo”, dándole así una supremacía al Logos por encima de cualquier otra cosa; y esta idea es la que ha predominado hasta nuestros días, en gran parte de la filosofía occidental.

Personalmente yo me sentía convencido con algunas ideas de Descartes, pero al haber tomado el curso de filosofía de la inteligencia, me sentí cuestionado en mis ideas basadas en Descartes, pues algunas ideas de la filosofía de Xavier Zubiri como las diferencias entre sentir del hombre y el sentir del animal, la diferencia entre inteligencia concipiente e inteligencia sentiente me ayudan a pensar desde otra perspectiva totalmente diferente.


SÍNTESIS DE CONTENIDOS

Proceso Sentiente

El proceso sentiente tiene tres momentos y se da tanto en el hombre como en los animales. El proceso sentiente para los animales es estimúlico, y cada especie tiene una formalización diferente (el modo de habérselas del sentiente para que las cosas queden en él), es decir, algunos animales son más formalizados que otros, por ejemplo el perro es más formalizado y tiene un mayor rango de respuestas a algún estimulo a diferencia de un cangrejo. Los animales siempre responden estimulicamente, siempre están condicionados, tienen un sistema cerrado, adaptado totalmente a su medio. (VER IMAGEN 1)


En el hombre, la formalización llega a una exageración o a configurarse de otro modo, y Zubiri a esta nueva forma de no responder a los estímulos, le llama hiperformalización, que consiste en no estar adaptados al medio, sino abiertos a él.

Lo que plantea Zubiri es que los sentidos no ofrecen datos a la inteligencia, sino los sentidos son la inteligencia misma. Sentir, es aprehender algo como real. Por lo tanto, se dice, que el hombre aprehende realidades y el animal estímulos.

En la base del proceso de intelección está el “acto de aprehensión”. Este acto de aprehender las cosas por uno mismo, es de todo individuo.

Por la aprehensión podemos estar en la realidad. Pero este acto va a exigir y posibilitar los dos actos que complementarían lo que es la inteligencia, Logos y Razón. Esto nos contrapone con lo que mencione en la introducción de que la filosofía moderna había puesto como supremacía estos actos: Logos y Razón. Aquí vemos que sólo son modos de la aprehensión de realidad, y con este análisis deslogifica la inteligencia y le da el lugar que le corresponde al Logos. (VER IMAGEN 3)

Logos. Capacidad de conceptuar y juzgar, exigida por la realidad. Apunta al pasado, lo transmitido por la cultura.
Yo capto algo de la realidad. El objeto al que me enfoqué está (es respectivo) con otros dentro de la realidad, esto es, con la aprehensión ya estamos en la realidad, el Logos sólo la explicita y despliega. El problema del Logos es que tengo que decir eso que explicita, pero por más que yo quiera reproducir en conceptos y juicios lo que aprehendo de la realidad sería inagotable.
Razón. Innovación, apunta al futuro. Pregunta ¿por qué? Insatisfacción de la inteligencia ante lo construido y busca nuevas posibilidades. La Ciencia, es un ejemplo del uso de la razón al explicarse. ¿Qué son las cosas en sí mismas?, va a lo profundo, allende a las cosas.

La aprehensión o impresión de realidad tiene una estructura concreta: afección, alteridad y fuerza de imposición.

Aprehensión impresiva. Es ante todo afección del sentiente por lo sentido. Colores, temperatura interna, sonidos, etc. Afectan al sentiente.

Además es la presentación de algo “otro” en afección. Es el momento de alteridad. Cómo se me muestra algo y no cómo es. A cada quien se le presenta de distinta manera.

Y la fuerza de imposición con que la nota (lo notado-lo otro) presente en la afección se impone al sentiente. Impuesto por que no es por decisión del sentiente que esté o no lo notado y le afecte, por el mismo “estar” se le impone, entra en relación, se afectan.

Alteridad. Nos hace presente “lo otro”, en tanto que otro.

Aprehensión de Realidad

El hombre aprehende realidades. Capta “notas” y constelaciones de notas, cualidades “de” lo real. Y al formalizar lo real lo capta lo “de suyo” como algo independiente al sentiente.

Al yo aprehender algo, lo aprehendo “de suyo”. En el momento de la aprehensión me doy cuenta, que la cosa existe y es real, antes de que yo la aprehendiera, a esto Zubiri le llama prius.

El objeto formal de la inteligencia sentiente es la realidad, este objeto está dado por los sentidos “en” la inteligencia; el acto formal propio del inteligir es aprehender su objeto, la realidad. Lo aprehendido en impresión es impresión de realidad. Aquí hay una gran diferencia con la filosofía moderna que es la inteligencia concipiente, ésta nos dice que los sentidos le dan información “a” la inteligencia.

Los sentidos según Zubiri son unos: visión, audición, olfato, gusto, sensibilidad laberíntica y vestibular, contacto-presión, calor, frío, dolor, kinestesia (abarcando el sentido muscular, tendinoso y articular), y la cenestesia o sensibilidad visceral.

Los órganos de los sentidos humanos sienten con un sentir, en que lo sentido es aprehendido como realidad. La diferencia radical de los sentires no está en las cualidades que nos ofrecen, no está en el contenido de la impresión, sino en la forma en que nos presentan la realidad. Y estos tienen modos de presentar la realidad, y a la vez estos sentidos se recubren total o parcialmente. Todos o varios entran en acción al mismo tiempo. (VER IMAGEN 2)





Sesión 10: Creatividad

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

Creatividad

Lo primero que llama la atención cuando nos preguntan sobre lo más característico del ser humano, es la acción transformadora que éste ejerce sobre el medio en el que vive, su afán por “dejar su sello peculiar” en las cosas que lo rodean, en una labor verdaderamente conformadora del propio mundo.
Se trata de la creatividad, la capacidad de dar una nueva forma a la realidad, por la cual ésta cobra un significado, un sentido, para el humano. De la creatividad brota la acción “humanizadora” por excelencia, que crea el ámbito de la cultura como algo específicamente humano, distinto de la pura naturaleza, que la presupone, es cierto, pero no se reduce a ella.
De aquí que podamos afirmar que el mundo en el cual se desenvuelven nuestras vidas, en el que hemos sido formados y educados, en el que hemos aprendido a percibir la realidad de determinada manera, y en el que actuamos y se sitúan nuestra existencia concreta, está constituido por el conjunto de significados que conforma nuestra cultura. Decir “mundo humano” es siempre referido a un “mundo cultural”.
Los significados son cambiantes, históricos, y están en la raíz de la acción humana, orientan la transformación que ella hace de la naturaleza para someterla a sus fines, y orientan también la transformación que efectúa del propio campo de las sociedades humanas: de sus instituciones, sus leyes, sus organizaciones políticas, arte, técnica, religión, ciencia y demás creaciones culturales. Así es, pues, como el humano se auto-construye: al poder aplicar su capacidad creativa –por limitada que esta sea– a la construcción de su propia existencia, individual y colectiva.
Ahora bien, el significado se encarna de una nueva manera muy especial en el lenguaje. En la construcción del mundo humano, éste desempeña un papel de enorme importancia, pues lleva al individuo a romper las barreras de la experiencia inmediata y a ensanchar inmensamente las fronteras de lo que puede pensar, conocer, saber, comunicar.
Por el lenguaje, los humanos pueden desarrollarse a partir de la apropiación de los conocimientos y experiencias de otros humanos que les son transmitidas; por el lenguaje el humano puede expresar cómo ha comprendido la realidad y dominado su entorno, también puede expresar cómo es que se ve a sí mismo; por el lenguaje el humano puede tener una historia, y no estar condenado a volver siempre a empezar, a partir, una y otra vez, de cero. Puede, entonces, ser capaz de construirse un futuro.
Por otro lado, una de las expresiones más claras y plenas de la creatividad humana se da en el arte. En él no se persigue la obtención de alguna utilidad, de donde su carácter privilegiado en tanto que expresión humana, pues en el arte lo que se nos brinda es la manifestación, en una obra, aunada íntimamente a la expresión profunda de su propio ser. La obra de arte amalgama, pues, una cierta forma de conocimiento inmediato (o intuitivo, es decir, no conceptual) de algún aspecto de la realidad, tal como ésta se revela al artista, la emoción, el sentimiento, y el auto-conocimiento que el artista hace de sí mismo, de su subjetividad más honda. Por la creación artística el humano eleva la realidad a una nueva dimensión, más rica, que nos descubre una nueva faceta suya, que nos interpela y hace vibrar. La creación artística constituye también una fuente de recreaciones sucesivas en su contemplación, disfrute, compresión e interpretación. En suma, por la creatividad la acción humana se abre conscientemente a la producción de lo nuevo, de lo inédito, aunque siempre a partir de lo ya dado, de lo que ha recibido de la naturaleza y de la sociedad a la que pertenece. Por la creatividad el humano se va realizando la ardua tarea de “hacerse más”, de crecer para “ser más”.

Sesión 11: Criticidad

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CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

CRITICIDAD

Fenómeno muy propio y característico del ser humano es el preguntar. Desde que su inteligencia alcanza determinado grado de desarrollo, se desencadena una interminable sucesión de preguntas” ¿Qué es esto? ¿Y aquello? ¿Por qué esto no es así? ¿Por qué llueve? ¿Por qué las plantas son verdes? ¿Por qué brillan las manzanas? ¿Cómo funciona tal artefacto?...” Y el/la niñ@ vuelt@ adolescente, y luego adult@, no cesa de preguntar; sus preguntas siguen buscando, cada vez más, comprender la realidad a la cual se abren sus sentidos, su inteligencia, su voluntad, sus emociones, a la cual se dirige su acción: “¿qué es esta pasión que experimento ¿cómo puedo evitar dejarme dominar por ella? ¿Qué sentido tiene tal fórmula matemática? ¿Cómo funciona el sistema político mexicano? ¿Cómo puedo resolver este problema...”

Ahora bien, este voraz apetito por conocer llega a hacerse crucial cuando desemboca en el planteamiento de las preguntas fundamentales que ponen sobre el tapete lo que más nos importa, aquellas cuestiones de las cuales exigimos, e imperiosamente necesitamos, encontrar una respuesta: “¿es que en la muerte se acaba todo? ¿Puedo esperar una vida después de la muerte? ¿Qué valor tiene mi existencia? ¿Quién verdaderamente yo? ¿Qué estoy haciendo aquí en el mundo? ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Qué sentido tiene el dolor, el sufrimiento? ¿es que acaso existe un Dios?...” Estas preguntas fundamentales inquieren por el sentido último de la existencia humana, precisamente en tanto que humana, así como por el sentido y valor que, en definitiva, tiene el mundo y la realidad entera.

El preguntar aparece, entonces, como el disparador que pone en marcha el proceso del conocimiento humano. Los humanos inevitablemente inquirimos, cuestionamos, aquello de lo que no tenemos un saber completo, suficiente y satisfactorio.

Pero nuestro conocimiento es siempre de alcance limitado, se queda perpetuamente coro ante la inagotable riqueza de lo real, que, con todo, anhelamos conocer perfecta, exhaustiva, absolutamente. El dinamismo que nos impele a conocer la realidad, a buscar la verdad, se revela, pues, como insaciable, puesto que no nos bastan los conocimientos particulares, limitados.

Buscamos siempre rebasarlos, “romper los límites”, una y otra vez, porque estamos volcados, como una tensión que apunta a ella sin agotarla nunca, a la totalidad de lo real. Nuestro conocimiento enraiza, de esta manera, en la apertura al horizonte en el que se sitúa todo lo que, de una u otra forma, “es” (como realidad extramental, como “cosa”, como imagen o pensamiento, como suposición, como entidad matemática, como pasado, como expectativa de porvenir, etc.); apertura, pues, a lo que aún no conocemos, pero queremos conocer, porque podemos preguntar por ello.

De aquí la tensión entre lo que ignoramos y lo que sabemos, se encuentre en la entraña misma de todo proceso de conocimiento.

Saber plantear preguntas es saber problematizar, es decir, no contentarse con las respuestas que no han sido transmitidas, no contentarse con las respuestas que nos han sido transmitidas (aquí entran las tradiciones y las “creencias”, esto es, los conocimientos que hemos adquirido por otros, no por propia experiencia), como si no pudiera haber nada más. Examinar dichas respuestas, compararlas con otras (u otros supuestos), verificar la credibilidad de las fuentes de donde proviene nuestra información, confrontarlas con los hechos o, al menos, con lo que podemos captar en un momento dado como “hechos”, todo ello significa mantener una actitud crítica, sin la cual no habría avance posible en el conocimiento, ni se podría detectar –y superar– el error, siempre al acecho.

Pensar con sentido crítico es no dejarse arrastrar por lo que se nos ha dicho, solamente porque ha sido dicho, sin mayor trámite ni examen. Significa, más bien, saber pensar con el criterio que busca discernir cuándo se dan las condiciones para el conocimiento verdadero, y cuándo no.

Porque nuestro conocimiento aspira a la verdad, no se contenta con meras apariencias; nuestros juicios aspiran a hacer afirmaciones que correspondan a lo que la realidad es, por muy imperfecto, parcial y limitado que pueda ser nuestro conocimiento de esta realidad. Pero, además, para el pensamiento crítico se trata de saber dar los qués de las afirmaciones (o negaciones) que hacemos, por lo menos de las que nos resultan fundamentales.

Sin este continuo someter a examen lo que conocemos y afirmamos, detectar sus límites y aspirar a rebasarlos, el dinamismo de nuestro conocer no se encamina por la vía de su plena realización, sino que se queda cojo, e inevitablemente se empobrece, o, por mejor decir, nos empobrece.

Sesión 12: Libertad

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CUARTO DE BACHILLERATO
PRIMER SEMESTRE

LIBERTAD

Por su actuación libre se manifiesta la dignidad y la excelencia del humano, ya que al elegir esto o aquello a la vez elige su propio ser y poco a poco se va construyendo a sí mismo en cada acción. No es lo mismo lo que queremos hacer a lo que queremos ser.El humano, pues, por encima del mundo animal, tiene la capacidad de decidir por sí mismo sobre su propia vida, y actuar en consecuencia.

De esta manera, al menos en cierta medida, el ser humano se auto-define. tiene la posibilidad, incluso, de asumir las circunstancias en que se halla inmerso, así le resulten adversas, y, de algún modo, superarlas, en un interminable “ir rompiendo límites” que es ensanchamiento de la libertad que logra convertir la estrechez en riqueza de existencia. Este es el caso, por ejemplo, de quienes no se dejan aplastar, anular, por la enfermedad, la pobreza, los obstáculos, el destierro, etc.

Por otro lado, la caricatura que iguala la libertad con “hacer lo que me de la gana” pierde todo sentido cuando se ha comprendido que el actuar libre conlleva siempre la responsabilidad por las decisiones que hemos tomado. La libertad no sería, en verdad, sino un simulacro de libertad, un puro nombre vano y vacío, que no nos llevaría a un mayor crecimiento como personas. Cuando nos percatamos de ello, descubrimos que el ejercicio de la genuina libertad, que tanto nos enorgullece, nos provoca también angustia: angustia por tener que encarar las consecuencias de nuestros actos, responder por lo que hemos decidido hacer y hacernos, ya que sólo así maduramos y nos desarrollamos humanamente.

Ahora bien, este cierto dominio que ejercemos sobre los propios actos, no significa que escapemos de la multitud de condiciones de todo tipo (económicas, culturales, sociales, psicológicas, aún genéticas) que indudablemente influyen sobre nuestras acciones y las limitan. Nuestra libertad dista mucho de ser absoluta, la sujeta el peso de nuestra propia situación (personal, social, histórica, etc.), y el humano, sin ser-situado ¿puede acaso existir como algo más que una pura idea?

Sin embargo, con todo lo limitada que se quiera, sin la libertad la vida del humano se degradaría irremediablemente, dando lugar al humano cosificado, “alienado”, ajeno a la responsabilidad por sus propios actos, sin ningún control sobre ellos, sin siquiera conocimiento de la finalidad a la que se dirige su existencia. En suma, se abriría paso a un humano desvalorizado, truncado, reducido a nada más que una tuerca, entre miles, del enorme engranaje de una maquinaria social cuyo control se le escapa y cuyo funcionamiento ignora, o lo que es peor, le es indiferente.

Dicho panorama terrorífico, digno argumento de una célebre novela, no parece estar demasiado lejos del tipo de funcionamiento al que se aproximan, cada vez más, las sociedades contemporáneas tecnificadas, para cuyas élites gobernantes la libertad individual deviene un molesto estorbo, e inclusive un potencial peligro...

Pero la libertad no es un puro decidir, ni menos si entendemos éste como un impulso ciego, puesto que elegimos en función de la captación que hagamos de los valores, y ésta involucra la luz de nuestra razón, nuestra voluntad (que quiere lo que es bueno, lo que la inteligencia le muestra como bueno), y aún nuestros sentimientos. No es que los valores que reconocemos nos muevan necesariamente o nos arrastren inexorablemente a la acción; el sujeto sigue siendo, en último término, quien opta por alguno de ellos, al darle, por sí mismo, más fuerza que a los otros valores (cuando hemos optado por ellos) orientan nuestra conducta, aparecen como faros que guían el curso de nuestras vida en lo que tienen de más humanas.
En este sentido, la libertad, además de libertad de elección, es una libertad de adhesión: a los valores que abrazamos como mejores. Pues no todos lo valores valen lo mismo, y para alcanzar algunos hemos de dejar otros de lado. Por ello se presenta como una imprescindible tarea el saber reconocer aquello que más nos permiten desarrollar nuestras potencialidades, que mejor nos conducen a la plenitud que anhelamos con todas las fibras de nuestro ser.

Sesión 13: Solidaridad

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CUARTO DE BACHILLERATO
EL HOMBRE EN SU MEDIO

SOLIDARIDAD

Nuestro “yo” no es algo cerrado y autosuficiente que encuentra su plenitud exclusivamente en sí mismo, sino que en el afán de unión con nuestros semejantes se presenta como un hecho humano incontestable, revela la profunda necesidad que tenemos de l@s otr@s. Somos realmente humanos para y con los demás.
En el mundo humano, la sociabilidad aparece, sin duda alguna, como una condición fundamental. Esta sociabilidad se manifiesta ya en nuestra pertenencia a una determinada cultura e instituciones, en nuestra participación en ciertas tradiciones y saberes acumulados, en la formación misma que hemos recibido, en el hecho de requerir un lenguaje (que, ciertamente, no hemos inventado –al menos no del todo–) para expresar nuestros más íntimos pensamientos, convicciones y sentimientos. Incluso hasta en los útiles de los que nos servimos (y que otros han ideado o construido), se hace presente la red de relaciones inter-personales, sociales e históricas en la que nuestra existencia concreta se haya inmersa y sostenida.

Nuestro “yo” no es algo cerrado y autosuficiente, que encontrará su plenitud exclusivamente en sí mismo, sino que el adán de unión con nuestro semejantes, que se presenta como un hecho humano incontestable, revela la profunda necesidad que tenemos de los otros. El ser humano exige, desde luego para sobrevivir biológicamente, pero también para realizarse plenamente él mismo, para desarrollar sus potencialidades y capacidades, la convivencia y relación con lo demás, la eficaz comunicación.

La relación con los demás humanos le es, pues, al ser humano, verdaderamente esencial, ya que “solo me puedo volver auténticamente humano entre los humanos”, solamente somos y existimos “con-los-otros”: ello se debe a la indigencia radical que nos impulsa a superar nuestras innumerables carencias y deficiencias, nuestra gran debilidad, nuestro sentimiento de aislamiento (generador de angustia), en la unión con los otros. Unión que aspira a ser una genuina comunión, un verdadero encuentro con ellos, que nos lleve a la recíproca superación y crecimiento como personas.

Ahora bien, la convivencia humana se realiza a dos niveles:
1. El nivel interpersonal del “cara a cara”, propio de las relaciones que sostenemos con parientes, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos;
2. El nivel más amplio y complejo, de la sociedad civil a la que pertenecemos (con su característica estructuración social).

Empero, la relación fundamental a los otros humanos, en cualquiera de sus ámbitos de realización, para que pueda proporcionar efectivamente las condiciones que requiere el ser humano para desarrollarse integralmente como persona, no ha de anular su propia individualidad. El ser humano no disuelve su “yo” en el grupo al que pertenece; no reduce todo su valor, ni todo el sentido que puede alcanzar su vida, al de convertirse en una simple piececita de la gran maquinaria social a la que se subordinaría completamente y sin remedio.

La persona tiene valor en y por sí misma: por el simple hecho de ser una persona, tiene en sí y para sí misma el motor de su actuar; su capacidad de auto-trascenderse, de auto-rebasarse hacia lo real, la verdad, el bien, hacia lo que no tiene límites, la lleva a realizarse a sí misma, a crecer y superarse en este proceso, que nadie puede llevar a cabo en su lugar. La persona es un fin en sí misma y no se reduce a un medio para alcanzar el bien de otros seres, ni aún el de la sociedad, tomada como un todo al que se habría de someter la persona en calidad de parte suya.

La dignidad inalienable de la persona humana le viene, pues, de la propia calidad de su ser (racional, libre, responsable, capaz de un cierto autodominio, un ser que es él mismo sin disolverse o anularse en otro), y no por su pertenencia a determinada sociedad, o porque se la otorguen las leyes de su país. Se comprende que esta dignidad ha de ser, ante todo, respetada. He aquí la gran riqueza que comporta, junto con la indigencia radical de que hablábamos antes, el ser una persona.
De manera que, sin respetar las características que hacen cada “yo” único e irrepetible, sin salvaguardar las diferencias entre los miembros de una colectividad, no es posible llegar a una verdadera vida en comunidad, ni alcanzar una genuina solidaridad.

El individualismo no proporciona una respuesta satisfactoria al problema de la convivencia humana, porque no mira sino sujetos aislados, no toma en cuenta la naturaleza relacional del humano. esto desemboca en que la sociedad se considere como un lugar de lucha donde cada cual ha de ver por sus propios intereses, en abierta o disimulada competencia con todos los demás. Aquí se tira por la borda el reconocimiento de que mi propia realización está en la realización conjunta de un “nosotros” pues mantiene la ilusión (porque no pasa de ser una ilusión) del individuo autosuficiente, básicamente aislado, como un Robinson en medio de otros millares de reses tan aislados como él.

El colectivismo, por su parte, tampoco ofrece una respuesta satisfactoria a la coexistencia social human, porque no mira al humano, sólo ve a “la” sociedad, dando a ésta una realidad que va más allá de los individuos que la componen, que los rebasa y casi suprime. Aquí la sociedad es el “todo” del humano, su realización cabal; el individuo no es sino una parte suya, y por sí mismo no tiene ningún valor.

Ni el colectivismo ni individualismo se adecuan a la dignidad que reclama la coexistencia verdaderamente human: ni lucha entre individuos que no se responsabilizan de los demás ,que viven “contra-los-otros”, ni supresión de la integridad personal, de la propia libertad, en nombre de una entidad abstracta, llámese “Estado”, “Nación”, “Imperio”, “Sociedad”. La convivencia humana, genuinamente humana, busca realizar el encuentro solidario con otros humanos. En el ámbito e la sociedad civil, esto se traduce en la búsqueda por lograr las mejores condiciones posibles de vida par que todos sus miembros puedan desarrollarse como personas, de una manera más humana. Este afán exige de ellos una activa co-responsabilidad y una voluntad efectiva de que su convivencia sea regida por principios de justicia.

Por su parte, en el ámbito de las relaciones interpersonales, este encuentro solidario que se da en la relación “yo”-“tu”, aspira a realizarse en el amor auténtico. Este aparece como el logro de la unión humana más cabal, que no suprime la integridad individual, sino que mantiene las peculiaridades que caracterizan a cada sujeto.

El logro de estos ideales de amor y justicia a los que aspira la humana convivencia s, pues, un reto permanente. Y es un reto porque siempre se encuentran amenazados: ya por los intereses de clases y grupos de poderosos, y a por las dificultades en la comunicación, presentes continuamente, ya por el conflicto que tiñe en gran medida las relaciones con los demás. La incomprensión, la soledad, siempre aparecen, incluso en la unión de los que se aman, como parte también de nuestra condición humana. La comunicación no es jamás plena y exige saber respetar lo que nos separa del otro, lo que nos hace, en suma, diferentes.

Sesión 14: Afectividad

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CUARTO DE BACHILLERATO
EL HOMBRE EN SU MEDIO

5. AFECTIVIDAD
(INTEGRACIÓN AFECTIVA)

Podemos decir de la existencia humana que es una apertura radical a lo real, al mundo cultural y social, a la naturaleza, a l@s otr@s con quienes de una manera u otra nos relacionamos “cara a cara”, humanamente nos reconocemos en el rostro ajeno. Esta “volcadura” hacia lo real, se lleva a cabo por la percepción, el conocimiento, la acción, la voluntad, pero también en base a los sentimientos, los deseos, la pasión, la sexualidad y el amor.

Experimentamos deseos, afectos y albergamos sentimientos respecto a una gran diversidad de realidades, –tales como sucesos que nos han pasado, expectativas futuras, imágenes, cosas, seres vivos, otras personas, etc.–, como una forma especial de “descubrirlas” y relacionarnos con ellas.
Así, pues, la actuación propiamente humana no es dirigida exclusivamente por la captación racional sino que involucra, y de manera muy profunda, la afectividad. Ahora bien, estos impulsos del sentimiento, muy ricos, variados y múltiples, nos mueven en direcciones diversas, y frecuentemente se contraponen entre sí o, más aún, lo que nos “jala” y “atrae” puede contraponerse a lo que racionalmente captamos como bueno y verdadero. El resultado es el conflicto anterior que tantas y tantas obras literarias han tomado como tema: el desgarramiento que puede llevarnos hasta la desesperación; que nos condena, en todo caso, a la intranquilidad y falta de “paz interior” que bloquean el acceso a la felicidad genuina.

Porque el humano anhela desesperadamente ser feliz; pero la felicidad ¿dónde se encuentra? No en lo fugaz, inmediato y transitorio, que pasa dejando una estela de amargura. ¿Y si la felicidad fuera más bien la consecuencia, la resonancia, de un ser que se empeña en perfeccionarse, en crecer?

Lo que es claro, ciertamente, es que el humano, ser complejo pero unitario, experimenta con fuerza el anhelo de integrar estos diversos impulsos de que hemos venido hablando, en una unidad armónica que promueva su desarrollo pleno. Sólo así la actuación humana cobra firmeza, consistencia y fuerza para alcanzar lo que el ser humano ha descubierto como su “ideal”, la meta que orienta su vida toda, esto es, lo que, en verdad, realmente quiere.

Y ¿qué es lo que queremos? Queremos lo que sentimos como carencia, lo que nos hace falta para “ser más”, “ser mejores” y realizar nuestras potencialidades al máximo. Pero es un hecho que no basta la comprensión teórica de verdades e ideales que se nos presentan, sino que necesitamos experimentar entusiasmo o pasión por ellas e involucrar nuestra afectividad en la orientación de vida que hemos elegido como la mejor para nosotros.
Sin embargo, dicha integración no es cosa fácil: desarrollar la afectividad de manera congruente con la inteligencia requiere de un arduo esfuerzo. El esfuerzo de reconocer y aceptar los sentimientos que, surgidos espontáneamente, se agitan en nuestro interior, ya sea para reforzarlos o desatenderlos conscientemente. El esfuerzo también de no dejarse arrastrar por lo que place de una manera inmediata, cuando se ha captado un valor superior que nos traza otra ruta de acción, esfuerzo requerido por la misma fragilidad de nuestra condición humana.

La “integración afectiva” que nos conduce a la paz interior conjuga, pues, la luz de la inteligencia con la fuerza del afecto, en la búsqueda de una plenitud que involucre todo nuestro ser. Porque todo o grande que hace el humano implica profundamente su inteligencia y su corazón. Por otra parte, si no promovemos esta integración afectiva, padecemos una debilidad interior que frustrará en buena medida nuestras capacidades, y con ello el ardiente anhelo de ser felices.

Los diversos objetos que nos impulsan en direcciones diferentes y conflictivas tienen cada uno su propio atractivo. El movernos afectivamente en sintonía con nuestra razón supone que captamos el atractivo propio de la verdad y el valor. Los antiguos llamaban belleza al esplendor de la verdad. Con esta expresión estaban indicando precisamente el atractivo que brota de la verdad: su capacidad de manifestarse con tal fuerza que mueve al ser íntegro del humano de manera que se entusiasme por ella.

Se puede discutir sin fin sobre la definición de belleza. Pero una cosa es cierta: los humanos nos movemos apasionadamente a amar lo que percibimos como bello. Dejarse, pues, penetrar y enamorar por la belleza de lo que verdaderamente vale la pena promoverá la integración de nuestros afectos en el afán de nuestra realización humana, en la búsqueda de aquello que captamos como más valioso que otros objetos que nos atraen pero no tienen la verdad ni el valor –ni consiguientemente la belleza– de aquello que corresponde auténticamente a la dignidad del humano.

Sesión 15: Trascendencia

ORIENTACIÓN EDUCATIVA I
CUARTO DE BACHILLERATO
EL HOMBRE EN SU MEDIO

6. TRASCENDENCIA
(APERTURA A LO ILIMITADO)

Los humanos dan cuenta de la inmensidad de los espacios siderales y de la eternidad, comparada con los cuales su vida propia no parece más que una sombra fugaz, que pasa siempre, demasiado pronto, la conciencia de su propia pequeñez, lo sobrecoge y le lleva a preguntar “¿por qué existes precisamente en este momento? ¿Quién o qué me puso en la existencia?” Preguntas éstas que entrañan la gran cuestión del ¿para qué vivir?, es decir, de la finalidad más definitiva y fundamental que puede tener nuestra vida.

La reflexión sobre nuestra existencia relativa, limitada, contingente, amenazada de desaparición en cualquier instante, que se nos escurre de entre las manos con cada segundo, con cada latido de nuestro corazón, así como la conciencia clara de que tenemos que morir, nos revela el desesperado y profundo anhelo de inmortalidad, el afán de vivir una vida ilimitada, que todas las culturas y religiones, de una manera y otra, han manifestado.

En efecto, no queremos acabarnos, dejar de ser, que la nada nos devore. Decididamente rechazamos la idea de morir, al menos de morir del todo; la idea de la aniquilación nos angustia y rebela. “preferible el mismo infierno a la aniquilación de mi ser”, ha dicho Unamuno. ¿Para qué la vida, si se acaba completamente con la muerte? ¿Qué sentido puede tener este breve parpadeo que es la vida, donde ha más dolor que gozo, si no hay “algo” más allá de la muerte? “Algo” que deseamos, tememos, esperamos o desesperamos de encontrar.

Así pues, en la entraña del humano, único capaz de poner en el tapete de la discusión la cuestión del sentido que tiene su propia existencia, late siempre la inquietud por alcanzar lo absolutamente definitivo, que no se acabe jamás, que se sacie su sed de eternidad: de ser siempre, de ser más, de “serlo todo”. En una palabra, en el humano no descansa el perpetuo afán que aspira a colmar su capacidad de superar los propios límites y perfeccionarse, y colmarla nada menos que con la perfección misma.

Por ello se ha dicho del ser humano que es “el peregrino de lo Absoluto”, el ser siempre en camino, en búsqueda incesante de una consistencia que vaya más allá de las limitaciones que descubre en sí mismo y en las realidades de este mundo. He aquí el resorte que anima los dinamismos de su conocer y su querer, los cuales siempre apuntan a lo que rebasa los bienes y los conocimientos que son limitados. Nuestra apertura a la realidad se dirige a la verdad sin límites, al bien sin límites; no se conforma con menos. Es, pues, lo propio del ser humano el abrirse a un horizonte ilimitado, al horizonte de lo que es sin restricciones.

De aquí que el preguntarse por el Ser Absoluto, aparezca el humano como una necesidad ineludible, aún cuando la respuesta a la cual éste llegara fuera la de que no hay Dios, que el humano lo ha creado “a su imagen y semejanza”, o la de que, si existe la divinidad, está tan lejana a nosotros que somos imperfectos, que de ella nada podemos saber.

Resta el problema de asumir las consecuencias: si, como ya ha sido proclamado, “Dios ha muerto”, si lo hemos matado en nuestras conciencias, ¿qué sentido alcanzará la propia vida?, ¿qué es lo que puede evitar que la realidad se vuelva algo absurdo que el humano, sin embargo, irremediablemente ha de afrontar?

Andar en pos de la respuesta a la gran pregunta por el sentido más radical, definitivo y último, de su existencia, por el sentido del mal, del sufrimiento, de la muerte, de la realidad toda; ésta es la tarea que más profundamente compete, y compromete, al ser humano, ese peregrino, y que lo lleva a trazar la ruta de su propio destino.

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